Ahhhh que recuerdos me trae este plato. Aquellos veranos en Córdoba en casa de mis abuelos cuando la cocina de mia abuela Teresa empezaba a inundar toda la casa con ese olor a aceite de oliva y vino de Montilla que tanto usaba en la cocina. Este plato en especial, era uno de nuestro favoritos y como sólo nos veíamos en verano, ella consentía todos nuestros caprichitos culinarios.
INGREDIENTES (Para 2 personas):
1/2 pollo troceado en 4 pedazos
1 vasito de aceite frito (de patatas por ejemplo)
1 vaso de vino blanco (yo uso Montilla)
1 vaso de agua
4 ó 5 ajos laminados
1 ramillete de perejil
7 almendras
1 yema de huevo cocida
Pimienta blanca
sal
ELABORACIÓN:
Para lo riquísima que está es de las recetas más simples y cómodas que hay (a excepción de las ensaladas de lechuga).
Primero salpimentamos el pollo troceado
Ponemos en una cacerola junto con los ajos, el aceite y el vino (todo en crudo) y encendemos el fuego.
Damos vueltas (mareamos, como decía mi abuela) al pollo hasta que empiece a estar doradito.
Una vez que empiece a tomar color, añadimos el vaso de agua, tapamos y dejamos cocer a fuego lento una media hora (hasta que veamos que el pollo está muy tierno).
Unos 5 minutos antes de apagar, machacaremos las almendras muy bien y la yema de huevo y se la añadimos a la salsa, lo que hará que espese y tome un color doradito.
Vereis que sabor tan rico (aunque mi costilla dice que sabe a avecrem, je,je y la verdad que un regustillo saca...... ). Unas patatitas fritas y A MOJAR SOPITAS....
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